lunes, 23 de julio de 2012

All Inclusive o Política Turística

El turismo en México camina con dos patas o   instrumentos de política: promoción turística, y nuevos polos integralmente planeados. El primero es esencialmente propaganda y mercadotecnia dirigida de manera muy especial a los mercados internacionales. El segundo, más serio, se ha enfocado a la inserción de enclaves territoriales de infraestructura  y desarrollo inmobiliario a través de FONATUR, como son los casos de Cancún,  Huatulco, Loreto, Los Cabos, e Ixtapa, y ahora, Playa Espíritu, Costa Capomo y Marina Cozumel. Desde luego, se han tratado de aprovechar las espléndidas ventajas comparativas de México, que conjuga un litoral de diversidad y belleza escénica casi sin rival en el mundo, clima confortable todo el año, y proverbiales riquezas culturales e históricas. El mercado turístico global es astronómico. Nuestro país ha logrado captar cerca de  25 millones de visitantes al año (décimo lugar en el mundo), que se traducen en casi 12 mil millones de dólares  de flujo en cuenta corriente. El   turismo es el tercer sector más significativo en la economía nacional por generación de divisas, y hace posibles más de 6 millones de empleos. Abre oportunidades económicas sin paralelo para México, que sin embargo van a frustrarse si no hacemos una re-ingeniería a fondo en materia de instituciones y de política
El mantra en el sector es aumentar el número de visitantes al año, no importa que el gasto per cápita decline. Crecientemente México se convierte en un commodity, que ofrece sol y playa en una fórmula masiva all inclusive, aplicada por hoteles cada vez más monstruosos y de pésimo gusto que saturan y vulgarizan nuestros litorales, degradan la calidad del producto turístico ofrecido, y matan a las pequeñas empresas mexicanas prestadoras de servicios. Competimos en precio con decenas de destinos similares en el mundo; cada vez más visitantes, más baratos (en todos sentidos), con márgenes y efectos multiplicadores cada vez menores en las economías regionales y nacional. También, con impactos ambientales intolerables sobre selvas y ecosistemas costeros. A la fórmula all inclusive, por cierto, le queda un tramo ya corto que recorrer antes de  desplomarse, especialmente, en el Caribe Mexicano, una vez que lleguen la democracia y la libertad a Cuba junto con torrentes de inversión extranjera y millones de visitantes. Será un polo formidable de atracción turística, con el cual será muy difícil competir en términos de volumen y precio.
El turismo, más que como un sector económico en sí mismo, se desenvuelve como una densa red de actividades inter-conectadas a infraestructuras diversas, bellezas paisajísticas, calidad ecológica y conservación de la biodiversidad, áreas naturales protegidas, espacio público digno y estimulante, activos históricos y culturales,  servicios públicos de calidad (transporte, agua, manejo de residuos), seguridad y legalidad, alojamiento y atención de alta calidad para diferentes estratos de gasto, y pequeñas y medianas empresas. Claramente, son cosas que dependen de varios órdenes y entidades de gobierno en nuestra abigarrada arquitectura de facultades institucionales. ¿Qué hace la pobre Secretaría de Turismo en esta torre de babel, además de afiches y videos, y de convocar a múltiples cónclaves de notables? Casi nada; carece de facultades, visión y presupuestos. FONATUR en lo suyo, sembrando nuevos enclaves territoriales que tendrán un determinado ciclo de auge (en su caso) y decadencia.


Parece obvio que la fórmula y la visión deben cambiar, junto con las instituciones de gobierno a cargo de la promoción y el desarrollo turístico. Es preciso adoptar una perspectiva territorial difusa o extendida, a partir de programas regionales integrados. FONATUR y SECTUR deben fusionarse plenamente, en un organismo capaz de incidir en los sistemas de gobernanza local para ofrecer buenos servicios públicos e infraestructuras,  gestión de los espacios públicos, recuperación de pueblos y centros históricos y de playas y áreas urbanas, y ordenamiento y regulación de los usos del suelo, cosas en que los municipios fallan estrepitosamente por razones conocidas. Es irracional pretender construir nuevos enclaves o desarrollos mientras decaen y se degradan otros, o peor, mientras se desaprovechan activos turísticos regionales de gran potencial, como las costas de Oaxaca, Jalisco y Nayarit,  Acapulco y sus inmediaciones, y las costas y puerto de Veracruz, entre otros muchos.

1 comentario:

  1. A ver, aquí no somos Cuba creando dolarizando la economía en periodo especial frente a un mundo rico. El mundo entero (crash oil) va a caer junto con todos nosotros y no habrá turistas. Turismo no es tema de sustentabilidad a final de cuentas. Meando fuera del hoyo en temas de sustentabilidad otra vez.

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