martes, 31 de julio de 2012

La revolución del gas y la transición energética


Se disipa cada día más el horizonte de  restricciones cuantitativas  de emisiones de carbono, como palanca para la transición energética. La falta de un acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto, que para efectos prácticos fenece este 31 de diciembre, es terminante.  Difícilmente habrá un nuevo tratado multilateral de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años. Cualquiera que sea el resultado del proceso electoral en Estados Unidos, no se ve manera de que ese país asuma algún liderazgo en el tema; a la opinión pública  ha dejado de preocuparle. Allá, el populismo de derecha toca fondos cada vez más obscuros; ejemplo: el congreso de Carolina del Norte recientemente ¡prohibió! que en la nueva legislación de ordenamiento costero del estado se tome en cuenta la elevación (evidente y documentada) en el nivel del mar, que pone en riesgo propiedades, infraestructura y ecosistemas. Pero en un extremo insondable de cinismo, el gobierno norteamericano se apresta tomar ventaja del deshielo creciente en el Ártico, para nuevas exploraciones petroleras. Se prevé que hacia el 2040, en verano, el Ártico esté totalmente libre de hielo. Europa tiene cosas más urgentes de qué preocuparse ahora. Para China, ofrecer liderazgo en la lucha contra el calentamiento global no encaja por el momento en su visión estratégica de nueva potencia global. O sea; no está a la vista ningún nuevo tratado internacional vinculante.
La otra palanca para la transición energética, se había pensado, sería una escasez creciente de hidrocarburos, en la cual el fenómeno del peak oil (momento de producción máxima de petróleo, y descenso a partir de ahí), sería punto de inflexión.  A esto se añadirían la fragmentación regional de los mercados de gas natural por la dificultad y alto costo de licuarlo a bajísimas temperaturas y transportarlo en grandes navíos criogénicos a través del mar, y  la concentración de grandes yacimientos en pocos países (Rusia, Irán, Qatar). Hoy, el peak oil se aleja hasta un futuro remoto por el descubrimiento o puesta en explotación de yacimientos no convencionales (arenas bituminosas, aceite de esquistos o lutitas también llamado shale oil, acceso a yacimientos en aguas oceánicas ultra profundas por medio de nuevas tecnologías, apertura extensiva del Ártico a la exploración y explotación gracias al deshielo).
Por otro lado, en un vuelco casi sorpresivo en la historia del gas natural como energético primario, la tecnología de fractura hidráulica (fracking) de estratos de roca sedimentaria impregnados de gas (shale gas) a varios miles de metros de profundidad, ofrece reservas casi incalculables de ese energético (y también de petróleo - shale oil) en una gran diversidad de países. Ahora resulta que Estados Unidos, México, Argentina, China, Australia, Polonia, Alemania, Ucrania, Holanda y muchas naciones más encierran en las profundidades de su territorio una abundancia astronómica de gas, que se suma a depósitos aún más ricos de hidratos de metano en el lecho marino. De hecho, Estados Unidos, creador de la nueva tecnología de fracking, se ha convertido en una potencia productora de gas, al grado de que la abundancia ya ha provocado un derrumbe en los precios, de casi 13 dólares por millón de BTU (una unidad de cuenta energética) a cerca de 2 dólares. La fragmentación regional en los mercados internacionales a su vez se diluye, en la medida en que se reducen los costos de licuefacción, transporte y regasificación del gas natural, con lo que empieza a crearse un mercado global de este hidrocarburo como un commodity, al igual que el petróleo. El gas natural licuado ya se difunde como un combustible alternativo a la gasolina y al diesel en los vehículos automotores, al ser mucho más barato en varias regiones del planeta. Sin embargo, no es una gran noticia ambiental; aunque menos que la gasolina y el diesel, el gas natural también contamina e implica importantes emisiones de carbono.
Curiosamente, en México el gas es escaso y caro, dado que el monopolio PEMEX carece de interés y tecnología para desarrollar los nuevos recursos gasíferos. De lograrse una reforma energética verdadera  en el siguiente gobierno, nuestro país podría acceder también a esa bonanza, que repercutiría en menores costos y mayor competitividad para la industria, y costos más bajos de generación de electricidad (en plantas de gas de ciclo combinado). Por supuesto, la reforma y apertura plena de la producción y transporte de gas a la inversión privada tendría que ir acompañada de una rigurosa regulación ambiental que evitara la contaminación del agua subterránea, y  las emisiones de metano a la atmósfera. También, tendrían que buscarse fórmulas para beneficiar a los propietarios de la tierra y para asignar o re-asignar de manera equitativa y eficiente los derechos de acceso a recursos hídricos. Recuérdese que la tecnología de fracking requiere, además de arena y diversos polímeros y otros químicos, cantidades importantes de agua, cuestión álgida en zonas áridas de México;  aunque ahí el agua se desperdicia alegremente en actividades agropecuarias de gran ineficiencia.


En este escenario de orfandad en la lucha contra el cambio climático, y de abundancia gasífera...¿qué será de la transición energética? ¿cómo hacerla avanzar?

lunes, 23 de julio de 2012

All Inclusive o Política Turística

El turismo en México camina con dos patas o   instrumentos de política: promoción turística, y nuevos polos integralmente planeados. El primero es esencialmente propaganda y mercadotecnia dirigida de manera muy especial a los mercados internacionales. El segundo, más serio, se ha enfocado a la inserción de enclaves territoriales de infraestructura  y desarrollo inmobiliario a través de FONATUR, como son los casos de Cancún,  Huatulco, Loreto, Los Cabos, e Ixtapa, y ahora, Playa Espíritu, Costa Capomo y Marina Cozumel. Desde luego, se han tratado de aprovechar las espléndidas ventajas comparativas de México, que conjuga un litoral de diversidad y belleza escénica casi sin rival en el mundo, clima confortable todo el año, y proverbiales riquezas culturales e históricas. El mercado turístico global es astronómico. Nuestro país ha logrado captar cerca de  25 millones de visitantes al año (décimo lugar en el mundo), que se traducen en casi 12 mil millones de dólares  de flujo en cuenta corriente. El   turismo es el tercer sector más significativo en la economía nacional por generación de divisas, y hace posibles más de 6 millones de empleos. Abre oportunidades económicas sin paralelo para México, que sin embargo van a frustrarse si no hacemos una re-ingeniería a fondo en materia de instituciones y de política
El mantra en el sector es aumentar el número de visitantes al año, no importa que el gasto per cápita decline. Crecientemente México se convierte en un commodity, que ofrece sol y playa en una fórmula masiva all inclusive, aplicada por hoteles cada vez más monstruosos y de pésimo gusto que saturan y vulgarizan nuestros litorales, degradan la calidad del producto turístico ofrecido, y matan a las pequeñas empresas mexicanas prestadoras de servicios. Competimos en precio con decenas de destinos similares en el mundo; cada vez más visitantes, más baratos (en todos sentidos), con márgenes y efectos multiplicadores cada vez menores en las economías regionales y nacional. También, con impactos ambientales intolerables sobre selvas y ecosistemas costeros. A la fórmula all inclusive, por cierto, le queda un tramo ya corto que recorrer antes de  desplomarse, especialmente, en el Caribe Mexicano, una vez que lleguen la democracia y la libertad a Cuba junto con torrentes de inversión extranjera y millones de visitantes. Será un polo formidable de atracción turística, con el cual será muy difícil competir en términos de volumen y precio.
El turismo, más que como un sector económico en sí mismo, se desenvuelve como una densa red de actividades inter-conectadas a infraestructuras diversas, bellezas paisajísticas, calidad ecológica y conservación de la biodiversidad, áreas naturales protegidas, espacio público digno y estimulante, activos históricos y culturales,  servicios públicos de calidad (transporte, agua, manejo de residuos), seguridad y legalidad, alojamiento y atención de alta calidad para diferentes estratos de gasto, y pequeñas y medianas empresas. Claramente, son cosas que dependen de varios órdenes y entidades de gobierno en nuestra abigarrada arquitectura de facultades institucionales. ¿Qué hace la pobre Secretaría de Turismo en esta torre de babel, además de afiches y videos, y de convocar a múltiples cónclaves de notables? Casi nada; carece de facultades, visión y presupuestos. FONATUR en lo suyo, sembrando nuevos enclaves territoriales que tendrán un determinado ciclo de auge (en su caso) y decadencia.


Parece obvio que la fórmula y la visión deben cambiar, junto con las instituciones de gobierno a cargo de la promoción y el desarrollo turístico. Es preciso adoptar una perspectiva territorial difusa o extendida, a partir de programas regionales integrados. FONATUR y SECTUR deben fusionarse plenamente, en un organismo capaz de incidir en los sistemas de gobernanza local para ofrecer buenos servicios públicos e infraestructuras,  gestión de los espacios públicos, recuperación de pueblos y centros históricos y de playas y áreas urbanas, y ordenamiento y regulación de los usos del suelo, cosas en que los municipios fallan estrepitosamente por razones conocidas. Es irracional pretender construir nuevos enclaves o desarrollos mientras decaen y se degradan otros, o peor, mientras se desaprovechan activos turísticos regionales de gran potencial, como las costas de Oaxaca, Jalisco y Nayarit,  Acapulco y sus inmediaciones, y las costas y puerto de Veracruz, entre otros muchos.

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Esto es #YoSoy132?

Imágenes de Plaza de la República (Monumento a al Revolución) donde presuntos integrantes del movimiento #YoSoy132 hicieron manifestaciones y tienen un campamento. Es indignante el vandalismo y maltrato a la plaza y monumento histórico recién restaurado así como al espacio público. Dentro de las protestas legítimas esto nunca debería ocurrir.











lunes, 16 de julio de 2012

Días de Campaña


Estos días han sido días de lucha contra la demagogia, contra los políticos viciados, contra los medios cooptados por la trivialidad. Días de frustraciones y desencantos, pero mucho más de encantos y motivaciones. Días de colaboración entre el intelecto, el ego y la pasión. De citas con los lentes de las cámaras, con los ojos incrédulos de niños, y con el rugido de jóvenes impacientes. Han sido días de foros vacíos y de plazas abarrotadas, de protocolos eternos y de abrazos fugaces. También han sido días de sol y de lluvia, de paisajes enteros deforestados y de campos sembrados, de casas clonadas que destrozan el derecho a la ciudad y de pobreza obligada por la ceguera y el poder. Han sido días de nudos en la garganta y de asombro ante la determinación y la perseverancia. Días de lealtades, difamaciones y sones, días de basureros y transportes infames, y de conjuros tan reales como quien los desea.

Si nunca hubiera sido candidato a la presidencia nunca hubiera habido esos días. Quizá nunca hubiéramos hablado de derechos individuales, de eliminar los subsidios a los combustibles, de evaluación de agentes de la educación ni de muchas cosas más. Quizá nunca hubieras apoyado mis ideas o nunca hubieras estado en contra de ellas. Por eso hoy nuestra democracia es más rica, más tuya. Estos días fueron el comienzo de algo evidentemente positivo y necesario; hemos reinventado como reinventar a México. Creo que estas fotos son testigos de este comienzo, y que las ideas y el trabajo de estos días serán las bases de los liberales mexicanos del siglo XXI. No recordaré estos días como lo que fueron, los recordaré como lo que serán.

sábado, 14 de julio de 2012

La degradación de la palabra, por Enrique Krauze


"There is no arguing with a mood". Bertrand Russell.

El ciberespacio mexicano ha contraído un virus: Alejandro Rossi lo llamó "corrupción semántica". La indignación política se desfoga en una violencia verbal incompatible con los instrumentos propios de la racionalidad: la argumentación, la fundamentación, la persuasión, la coherencia, la claridad. En espera de que un filósofo del lenguaje estudie el fenómeno, intento una tipología provisional.

La variante más sencilla y común es el insulto. También es la más pobre, patética e inofensiva, porque revela la impotencia del emisor (y doble impotencia, por tratarse en general de emisores anónimos). A la misma familia corresponden la descalificación y la agresión racista. Ni siquiera necesitan 140 caracteres. Pertenecen al mundo gástrico, no al mental. Se escriben con bilis.

En la siguiente escala está el comentario maniqueo que, por definición, coloca al emisor en el papel del "bueno" y a su víctima cibernética en el papel del "malo". Este cibernauta binario no distingue matices ni colores: es daltónico. Supongo que el origen de esta distorsión es religioso, pero en su variante geométrica proviene de la Revolución Francesa: ésta es la izquierda que salva y se salva, ésta es la derecha condenada al infierno. Y la "derecha" es un costal en el que caben todos: conservadores, liberales, socialdemócratas.

Emparentada con la anterior está la pomposa manía inquisitorial: el cibernauta que se erige en Juez del Tribunal de la Santa Inquisición (o en Comité de Salud Pública, que es lo mismo) para condenar a la hoguera (la guillotina) a quienes no piensan como él. Quienes practican (o, más bien, padecen) este mal incurren en una petición de principio: parten de una autoproclamada superioridad moral.

Una variedad más compleja y generalizada está expresada en una frase de Lenin: "No pregunte si una cosa es verdadera o no; pregunte sólo: ¿verdadera o no para quién?". Según esto, nadie piensa de manera autónoma sino siempre en función de intereses materiales. Pero si todo pensamiento está determinado por una adscripción social o económica, no existe el azar, la libertad, la verdad objetiva, las leyes científicas. Se trata de un pensamiento contradictorio porque la perentoria frase de Lenin implica la afirmación de una verdad no relativa. ¿Desde dónde emiten esa Verdad sus detentadores? Desde una supuesta "representación" del pueblo oprimido. Lo cual recuerda la sentencia de Groucho Marx: "El poder para el pueblo significa el poder para los que gritan el poder para el pueblo".

Quizá la más maligna variante del virus (muy esparcida) es la teoría de la conspiración. Todo lo que ocurre es obra de un complot tenebrosamente urdido por las fuerzas del "no pueblo" contra el pueblo. Ese pensamiento gaseoso tiene un efecto alucinógeno: hace creer a quien lo inhala que "él es clarividente", que "él sí sabe cómo está la cosa", y que por tanto no necesita descubrir pruebas empíricas, descender a los casos concretos. Trasmitido por maestros con aureola de taumaturgos, el virus conspiratorio hace presa fácil de los jóvenes pero tiene adictos en todas las edades.

Y queda la simple y llana mentira, la falsificación que repetida una y otra vez toma fuerza propia. Es la propaganda, y sobre ella Leszek Kolakowski contaba esta parábola: "Dos niñas corren en un parque. La que va detrás grita desaforadamente: ¡Voy ganando!, ¡Voy ganando! De pronto, la de adelante abandona la carrera y se refugia en los brazos de su madre, sollozando: 'no puedo con ella, mamá, siempre me gana'".

Hay especies que cubren el ciberespacio que no deben confundirse con el virus de la corrupción semántica. Me refiero a la denuncia y al repudio, sobre todo si tienen fundamento y son expuestas con seriedad y elemental civilidad. Pero una cosa es indignarse y otra es lanzar una ráfaga asesina disfrazada de "argumentación". El ciberespacio es una efímera ciudad de palabras e imágenes, una plaza sin leyes ni convenciones, una comunidad anárquica que poco a poco debe irse autorregulando. De no hacerlo, corre el riesgo de vaciarse: de contenido, de visitantes, de interés.


Su mayor peligro es la degradación de la palabra pública bajo el factor aglutinante del odio. Odio personal, odio de clase, odio ideológico, odio racial, odio teológico. El odio al otro, a lo otro, a quien piensa distinto. Por fortuna, el odio no ocupa -ni siquiera ahora- la totalidad del ciberespacio, cuya naturaleza sigue siendo la de una vertiginosa e igualitaria conversación. La gente entra a Twitter -me consta- con ganas de saber, de dialogar y hacer contacto con otra persona. Es un antídoto contra la soledad, un café virtual, una cantina divertida y loca. Pero en un rincón de esa cantina hay unos sicarios con pistolas verbales. Y uno se pregunta cuándo las desfundarán, no en el ciberespacio sino en el espacio.

viernes, 13 de julio de 2012

DERECHO A LA CIUDAD, VIVIENDA Y POLÍTICA URBANA


Una de las responsabilidades indeclinables del próximo gobierno es reconstruir una  institucionalidad eficaz de política urbana y de vivienda, o más bien, de ciudades. México es un país eminentemente urbano. Tres cuartas partes de la población vive en ciudades (asentamientos de más de 15 mil habitantes), y más del 50% en ciudades medianas y grandes urbes. Hacia la mitad del siglo, un porcentaje superior al 90% de los mexicanos vivirá en ciudades. Lógicamente, el destino del país se juega en sus ciudades: la calidad de vida de una inmensa mayoría de población, la fortaleza y densidad del tejido social, y la sustentabilidad y competitividad de la economía nacional, al igual que el verdadero ejercicio de derechos fundamentales a la educación, al trabajo, a la seguridad ciudadana,  a la vivienda, a servicios públicos de calidad, al espacio público, a la cultura, al deporte, a la recreación, y  a las telecomunicaciones del siglo XXI (banda ancha e internet).

La disminución de la pobreza dependerá también de la dinámica urbana y de la capacidad de inclusión social en las ciudades, que seguirán recibiendo, lógicamente, un flujo caudaloso de migrantes provenientes del campo. A veces olvidamos, o queremos olvidar, que el desarrollo económico, la sustentabilidad, y el abatimiento de la pobreza son inherentes a una urbanización plena. En un país de 140-150 millones de habitantes (hacia el 2050), y ecológicamente frágil,   ciudades grandes, compactas y diversas son la solución territorial más eficiente. Economías de escala y de proximidad, empleo en manufacturas y servicios, múltiples oportunidades empresariales, y menores costos per cápita de provisión de infraestructura  y de seguridad, permiten mayor productividad, y por tanto, mayores ingresos. La eficiencia energética de ciudades grandes, densas y compactas (por la factibilidad de movilidad colectiva y no motorizada, y edificaciones verticales) se relaciona con una menor huella ecológica, mientras las altas densidades liberan espacios para la conservación de la biodiversidad y paisajes naturales en el resto del territorio nacional.

Sorprendentemente, al tiempo que México carece de una política nacional para sus ciudades,  opera en nuestro territorio un mecanismo perversamente eficaz de desintegración de la estructura urbana del país. Se trata del sistema de vivienda para los trabajadores operado por INFONAVIT y otros organismos de vivienda, donde la localización exo-urbana de desarrollos habitacionales es decidida por las empresas manufactureras (sí, manufacturan casitas en serie y  a gran escala) de vivienda infinitesimal dispersa por potreros, llanos y cerros, en el suelo más barato posible. El costo social, urbano, ambiental, personal y familiar es astronómico, como lo hemos documentado repetidamente en esta columna, y recientemente, de manera vivencial, en la concluida campaña presidencial.

Hacer vivienda es hacer ciudad, aunque lo hayan ignorado los últimos gobiernos. Y no vale como contrición tardía, cosmética y errónea el concepto oficial de DUIS (Desarrollos Habitacionales Integrales Sustentables), que derrocha ironía, y  por lo demás, relativamente insignificante.

El siguiente gobierno tiene el gran desafío de reconocer el pasivo, y de enmendarlo, de asumir el derecho a la ciudad, y el hecho de que el instrumento clave (y casi exclusivo) del gobierno federal para incidir en las modalidades del desarrollo urbano es el crédito hipotecario a la vivienda. Este (al menos el de INFONAVIT) debe quedar integrado a una política de ciudades, idealmente en una nueva Secretaría de Ciudades y Vivienda compartida con la actual CONAVI y la Subsecretaría de Desarrollo Urbano de SEDESOL (sin más burocracia). Implica un banco de tierra intra-urbana construido por medio de convenios, compras y expropiaciones de predios vacantes, baldíos, o subutilizados, financiado con nuevos recursos públicos; fusión de predios; licitación de proyectos urbanos de vivienda y servicios en polígonos de actuación; vivienda urbana en renta; y crédito masivo a vivienda  usada, y a la densificación y auto-construcción en barrios populares. Se trata de una re-ingeniería relativamente sencilla de la administración pública federal y del modus operandi del INFONAVIT, de políticas urbanas visionarias y eficaces, de asignar recursos para el banco de tierra (procedentes de la eliminación de subsidios a los combustibles), y de activar a las empresas desarrolladoras  para aprovechar  fuerzas re-codificadas del mercado inmobiliario.

lunes, 9 de julio de 2012

Ahora, ver hacia adelante...


México exige mirar ya a lo que sigue, al frente. Un nuevo gobierno dividido como el que se anticipa, plantea a los políticos la disyuntiva entre mantener a nuestro país sin proyecto nacional y a la deriva, o por fin, colocarlo en un carril directo de desarrollo acelerado y sostenible para la primera mitad del siglo XXI. Lo primero implicaría una peligrosa decepción con nuestra democracia, y onerosos costos sociales, desempleo, más pobreza, y oportunidades perdidas. Es inaceptable. Lo segundo implica patriotismo verdadero, generosidad y visión, capacidad de diálogo y negociación, y desde luego, nuevos liderazgos, tanto en el Ejecutivo como en el Congreso, en los propios partidos políticos, en la sociedad civil, en los sindicatos, y en los medios de comunicación.

La izquierda debe reconstituirse aprovechando los espacios ganados y el eclipse final del populismo mesiánico; Marcelo Ebrard, Miguel Mancera, Manuel Camacho, Graco Ramirez, Arturo Nuñez, y las corrientes más civilizadas del PRD pueden ahora construir un partido  socialdemócrata, moderno y ceñido por la legalidad. A Enrique Peña Nieto (EPN) y a su partido, les toca de manera indeclinable, tejer acuerdos y hacer un gobierno incluyente, plural, competente  y meritocrático. El próximo secretario de gobernación debe ser una pieza clave, desde ahora, en la conducción política de la reformas estructurales: energética, laboral, fiscal (incluyendo eliminación de subsidios a combustibles), política, y educativa. De hecho, las cuatro primeras habrían de pactarse y promulgarse antes del primero de diciembre. Es preciso que el PAN, con lealtad a sí mismo y al país, se sume, así como los segmentos más visionarios del resto del espectro político representados en el Congreso. La reforma por la calidad educativa debe lanzarse el primer día del nuevo gobierno, a través  de un gabinete encabezado por el secretario de gobernación, responsable de coordinar a los titulares de educación, trabajo, hacienda, y seguridad pública,  desde luego, comprometiendo con firmeza a la dirigencia magisterial.

La lucha contra la delincuencia ha de pasar a una nueva etapa, con mayores capacidades de inteligencia y combate al lavado de dinero, fuerzas especiales de élite, y estrategias regionales diferenciadas. EPN debe asumirse como adalid en la edificación de una policía federal de clase mundial, y en la creación de mandos únicos policiacos en cada entidad federativa, disolviendo o incorporando a las policías municipales. Debe asimismo empeñarse en que se implemente a fondo la reforma penal en todos los estados antes del 2016.

Consolidar los avances recientes en materia de competencia en telecomunicaciones debe ser otro de los puntos centrales de la agenda para EPN, así como extender y explotar al máximo la red de fibra óptica de la CFE, para lograr cobertura total de banda ancha en el país, como nuevo derecho social. Igualmente lo son resolver a largo plazo los pasivos laborales del sector público, y avanzar hacia un sistema universal de protección social, y de calidad y convergencia entre los tres sistemas existentes (IMSS, ISSSTE y Seguro Popular). El programa Oportunidades debe ampliarse para combatir con eficacia la pobreza extrema, re-incorporando políticas de planificación familiar. Turismo, cultura, y deporte, exigen cambios sustanciales, tanto en el diseño institucional como en políticas públicas sectoriales. Es vital una verdadera política industrial que permita ensamblar  cadenas de valor en clusters regionales, acoplada a una nueva institucionalidad en ciencia y tecnología. Igualmente lo es,  emprender proyectos estratégicos de infraestructura hasta ahora aplazados, como factores de desarrollo y señal de capacidad política y certidumbre; tal es el caso del nuevo aeropuerto en Texcoco, y de un tren de alta velocidad del DF al  Bajío y Guadalajara. México exige recuperar su liderazgo en el contexto internacional,  re-lanzar una política exterior de principios que realmente sirva a los intereses del país, promover la integración con Centroamérica y con la Alianza del Pacífico,  negociar un acercamiento económico con China, y  aprovechar plenamente el TLCAN.

Una prioridad absoluta es revertir el desastre urbano causado por los organismos de vivienda, sujetando al INFONAVIT a nuevas políticas dentro de una nueva Secretaría de Ciudades y Vivienda, junto con CONAVI y el área de desarrollo urbano de la actual SEDESOL.

El desarrollo económico debe asegurar una sólida dimensión de sustentabilidad, incorporando en la actual SEMARNAT a la promoción decidida de las energías renovables, así como a una nueva Agencia Mexicana de Mares y Costas, al tiempo que se fortalecen las políticas de regulación ambiental y en materia de agua,  conservación de la biodiversidad, y cambio climático. El campo demanda una nueva reforma agraria del siglo XXI, ahora para la competitividad y la sustentabilidad, en donde el desarrollo tecnológico eleve la productividad por hectárea, se compacten  minifundios, se conserve el agua, y se evite la deforestación rediseñando  los subsidios de PROCAMPO y PROGAN.

Atrás ha de quedar la política populista, facciosa y sin contenidos, que traiciona a nuestra democracia.  El reto es formidable. México puede y debe asumirse como potencia emergente, y ser un país desarrollado y  sustentable, en una generación.